jueves, 24 de julio de 2014

Déjame entrar.




Llevas una máscara de hierro tras esos ojos azules, un máscara que no deja ver quién eres, que solo descifra una pequeña parte de ti que no puedo entender. 
Tienes miedo de tener la valentía y el coraje de enamorarte, de que ella venga y te cuide, y se preocupe por ti. Que alguien en este puto mundo de la vida por ti, que algún día se tire de un décimo piso, por que al fin y al cabo el amor es eso, un salto al vacío sin tener paracaídas que te salve de la caída. 
Yo también tengo miedo, pero de tirarme al vacío por ti, por un hombre con máscara hierro y un corazón a oscuras. Tengo miedo de ti, de tu seguridad y falta cariño. Tu cuerpo de infarto, y tu sonrisa de taquicardia. El miedo, la inseguridad me invade cada vez que me atrevo a hablarte, cada día que me esfuerzo en conocerte un poquito mas que ayer. 
Y me pregunto que pensarás tu de mí, o simplemente si me piensas. Me pregunto si algún día seré el motivo de tu sonrisa, de que te levantes con dos pies derechos porque conmigo el izquierdo no existe, el motivo de que en casa cada noche haya una guerra de amor y al final de ella se declare la paz de corazones y de besos también, pero vuelva a empezar la noche siguiente. Me pregunto si algún día serás capaz de amar(me) o todo esto sólo es un amor cientos y yo sólo soy una más de miles, y tú...tú, una historia que quiso ser novela y se quedó en micro-relato sin fin. 
Así que dime, cobarde, si vas a lanzarte al vacío por mi, o si vas a mirar esta historia desde el bordillo de ese décimo piso. Porque yo ya he decido que quiero ser la ocupa de tus labios por mucho tiempo, y ahora, te toca a ti. 

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