sábado, 26 de octubre de 2013

Una cosa en común. Amarse.


No se parecían en nada, a él le encantaba dormir, ella se podía pasar la noche estudiando el mapa de su cuerpo. A él no le gustaba los colacaos, los desayunos que inundan el olor de la casa a tostadas recién hechas, ella, en cambio, se podría pasar el resto de su vida tan solo desayunando, desayunando sus colacaos y sus tostadas calcinadas con aceite y azúcar (menudo vicio). Él era mas de ciencia-ficción, de terror, de acción, de batman o de superman, ella era de realidad, de rarezas, de amor, de finales, de risas, de Amelie o de Clementine. Él es el más friolero del lugar, ella solo tenía frío cuándo necesitaba un abrazo de oso. Él fumaba en un piso de malamuerte, ahogando sus penas, ella, era escritora de sus historias rotas, con un cigarro sujetando sus labios. Él de besos en el cuello, ella de arrasar con tu cuerpo.
Y así eran, contrario el uno del otro, con tantas diferencias, pero tenían una cosa en común. Estaban locos el uno por el otro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario