viernes, 6 de septiembre de 2013

Ese día cayó un gran chaparrón en sus mejillas.


Su corazón parecía estar fabricado con madera.
Con la misma madera que estaba fabricado un mueble absurdo, de cualquier salón absurdo, de cualquier casa absurda, de cualquier vida monótona y absurda.
Cuando alguien lo destrozaba, las astillas se clavaban en su piel y le hacían sangrar. Y ella lo hizo.
Se sentó en el suelo de aquella habitación vacía, que algún día quiso ser de ellos. De ellos, que bien sonaba entonces, Y que mal ahora. Que mal suena hablar en plural cuando estas solo. No lo podía remediar, ese día cayó un enorme chaparrón en sus mejillas.

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