viernes, 22 de febrero de 2013

Te fuiste.




Era la chica más enamoradiza del mundo entero. Le encantaban las cosas pequeñas, bonitas. Como las casitas de muñecas, las pecas de la nariz o las tapas de los libros de cuentos. Lo que más le gustaba, sin duda, eran las luces de París. Se quedó prendada de ellas nada más verlas desde lo alto de la Torre Eiffel. Se sintió como en un sueño de los que no quieres despertar. Desde entonces, no hace otra cosa que subirse a los tejados para mirar las luces desde lo alto, esperando que alguno le regale la vista de la ciudad que le robó el corazón. Pero ningún tejado le ha regalado otra vista como aquella. 'Es tu culpa' se repite en todos los tejados, él que se fue sin mas, que la dejo vacía, con un corazón a voces y unos ojos con millones de lágrimas, que nunca llega a derramar. El que desde aquél día en lo alto de la Torre Eiffel, no ha vuelto a aparecer. Te fuiste como se van los días grises, dejando algo que olvidar y algo que sentiste. Te llevaste sus ganas de vivir, de seguir en pie cuando dijiste adiós. Siempre pensó que era irónico que fueras tu quien te despidieras, tu que no creías en las despedidas. La dejaste tirada con un cigarro en la mano, unos labios muertos y un corazón parado. 

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